Su nombre artístico era Mr. Sleepstart; por si interesa os diré que se llamaba Benito Soler y nación en el barrio de Gracia en el 1944.
Mr. Sleepstart se mantuvo en la cartelera de los escenarios de Moscú 3 años seguidos sin interrupción con un mismo espectáculo sin repetir la misma actuación ni un solo día, y sin hablar ruso despierto; veréis porque.
Sus quehaceres diarios no son de nuestro interés, es su obra lo que nos fascina.
Inicialmente se sintió sorprendido y confundido por el revuelo y debate que en la radio y en los foros más exclusivos e influyentes de la vanguardia del espectáculo moscovita ocasionaba cada una de sus representaciones.
Personalmente visionaba primero cada día, después cada dos y finalmente cada semana alguno de sus espectáculos para calibrar la veracidad de tanta expectación.
Para ello contrató los servicios de un notario que hacía las veces de camerama filmando sus actuaciones para un fondo filmográfico.
Llegaba alrededor de la 9 de la noche al teatro. Cenaba en su camerino habilitado como el interior de un apartamento, se ponía el pijama, leía un rato o veía la televisión vía satélite, y antes de acostarse se tomaba un vaso de leche caliente.
Acto seguido salía al escenario donde un público expectante le recibía bajo una luz de penumbra y expectante ante la novedad de noche.
Benito o Mr. Sleepstart en los ambientes teatrales, saludaba, hacia algún comentario irónico sobre la actualidad, alguna reflexión existencial; todo en español y después de dar las buenas noches se acostaba en una cama situada en medio del escenario. Solo por esto consiguió que muchos moscovitas estudiaran español en el Instituto Cervantes de Moscú.
Matemáticamente 5 minutos después de haberse dormido, se despertaba en un estado de absoluto sonambulismo recreando su sueño con tal maestría y dramaturgia, comicidad, terror, plasticidad,… tal sensación de lucidez que a las dos horas justas, cuando sonaba un despertador de campanas que el mismo notario había ajustado en el momento en que se durmió, el público rompía a aplaudir loco de emoción y tensión por el silencio y la espera de ese final en silencio para no despertarlo y romper el hechizo de su sueño cada día distinto y espectacular.
Su carrera acabó el día en que un periodista le pregunto:
¿Qué piensas de una vida en la que el éxito lo consigues durmiendo?
Esta pregunta le quitó el sueño.
Mr. Sleepstart se mantuvo en la cartelera de los escenarios de Moscú 3 años seguidos sin interrupción con un mismo espectáculo sin repetir la misma actuación ni un solo día, y sin hablar ruso despierto; veréis porque.
Sus quehaceres diarios no son de nuestro interés, es su obra lo que nos fascina.
Inicialmente se sintió sorprendido y confundido por el revuelo y debate que en la radio y en los foros más exclusivos e influyentes de la vanguardia del espectáculo moscovita ocasionaba cada una de sus representaciones.
Personalmente visionaba primero cada día, después cada dos y finalmente cada semana alguno de sus espectáculos para calibrar la veracidad de tanta expectación.
Para ello contrató los servicios de un notario que hacía las veces de camerama filmando sus actuaciones para un fondo filmográfico.
Llegaba alrededor de la 9 de la noche al teatro. Cenaba en su camerino habilitado como el interior de un apartamento, se ponía el pijama, leía un rato o veía la televisión vía satélite, y antes de acostarse se tomaba un vaso de leche caliente.
Acto seguido salía al escenario donde un público expectante le recibía bajo una luz de penumbra y expectante ante la novedad de noche.
Benito o Mr. Sleepstart en los ambientes teatrales, saludaba, hacia algún comentario irónico sobre la actualidad, alguna reflexión existencial; todo en español y después de dar las buenas noches se acostaba en una cama situada en medio del escenario. Solo por esto consiguió que muchos moscovitas estudiaran español en el Instituto Cervantes de Moscú.
Matemáticamente 5 minutos después de haberse dormido, se despertaba en un estado de absoluto sonambulismo recreando su sueño con tal maestría y dramaturgia, comicidad, terror, plasticidad,… tal sensación de lucidez que a las dos horas justas, cuando sonaba un despertador de campanas que el mismo notario había ajustado en el momento en que se durmió, el público rompía a aplaudir loco de emoción y tensión por el silencio y la espera de ese final en silencio para no despertarlo y romper el hechizo de su sueño cada día distinto y espectacular.
Su carrera acabó el día en que un periodista le pregunto:
¿Qué piensas de una vida en la que el éxito lo consigues durmiendo?
Esta pregunta le quitó el sueño.
2 comentarios:
Buen tema este de los sueños... que a ésta hora y de este lado del océano me jala inevitablemente hacia mi almohada.
Saludos!
Soñar, soñar...
Si todo lo que hago dormida, lo hiciera despierta...!!!
Si todos los sueños que tengo -tanto cuando estoy dormida como cuando sueño despierta- se hicieran realidad...
Ostia! Este mundo se convertiría probablemente en un mundo peor de lo que ya es.
Uh! Toma ya! Esto te da para un sueños 4ª parte, así, sin pensar.
(es decir, estas son las consecuencias de hablar por hablar, a veces, me pasa, tendrás que perdonarme)
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