Soy un pensamiento libre, de decir, de callar, de insinuar, ironizar. Desde aquí, sentado con los pies colgando a dos metros del mar también me puedo desplazar allá donde estés y mirarte a los ojos con un gesto socarrón o grave, risueño, franco según lo que en ti quiera provocar.
Me permito espiarte entre los plieges de mi imaginación, fantasear y dejarme llevar.
Habré pasado por tu lado en un cruce de caminos del que solo podría recordar un olor. Que me maten si recuerdo cuando fué , que me maten pues solo me queda la fragancia para formar tu imagen en mi duermevela, zona de brumas donde el deseo toma forma durante un breve espacio de tiempo y se desvanece como vapores de éter.
Tu, ahora que comienzas a ser consciente de lo que te digo, te sabes frente a mi mientras yo me sé inconsciente, en este ensueño que nunca logro recordar.
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