7 nov 2010

UNA MUERTE DIGNA

No se si el raro soy yo cuando en alguna conversación acerca de la muerte mi comentario es que no la temo.
Quiero decir que no tengo un sentimiento de horror y temor ante el hecho natural de que tenemos una existencia con fecha de caducidad.
Cuando alguien dice que no quiere morir y tengo la posibilidad en confianza de preguntarle si le gustaría vivir eternamente, es bastante habitual que me responda; si, a mi me gustaría vivir para siempre. Me pregunto si entiende lo que puede suponer ese deseo.
En mi opinión, la vida de un Dorian Gray es la peor de las condenas. Vivir acudiendo al entierro de todos mi familia, mis amigos, toda mi generación. A fuerza de perder los lazos con la gente que a uno le rodea, acabaría por convertirme en un monstruo, un ser vacío de expectativas, de objetivos, de sentimientos.
Para mi, lo mejor que podría pasarme después de una vida aceptable es lo que incluso la iglesia denomina, muerte digna. Sin conexión a un respirador, una bomba de perfusión o cualquier otro tipo de estimulador de las constates vitales.
La paradoja es que tal y como están las cosas esa misma iglesia que habla de la muerte digna es la primera en negarla al abominar de la desconexión vital.
Ojalá llegado el momento este asunto esté superado y todo sea mas digno y mas normal, mas normal.

1 comentario:

✙Eurice✙ dijo...

Pues ya somos dos, no eres raro, tampoco le temo a la muerte, es más me parece un temor absurdo, cuando llega, es inevitable, te pongas como te pongas, hace su presencia y te lleva de la mano a donde nadie sabe, por que nadie ha vuelto.
Me ha encantado leerte.
Saludos!

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