21 feb 2014

ECKART TOLLE - CONVERSACIONES - OBSERVACION-EGO-MENTE


Tolle, Eckhart - El Poder del Ahora (ELEVEN - Biblioteca del Nuevo Tiempo)




LA ENTREGA EN LAS RELACIONES PERSONALES ¿Y qué pasa con la gente que quiere usarme, manipularme o controlarme? ¿Debo someterme a ellos? Están separados del Ser, así que inconscientemente intentan tomar energía y poder de usted. Es cierto que sólo una persona inconsciente tratará de usar o manipular a los demás, pero es igualmente cierto que sólo una persona inconsciente puede ser usada y manipulada. Si usted se resiste o lucha contra la conducta inconsciente de los demás, usted también se vuelve inconsciente. Pero la entrega no significa que usted permita que lo usen las personas inconscientes. En absoluto. Es perfectamente posible decir "no" firme y claramente a una persona o apartarse de una situación y estar en un estado de completa falta de resistencia interior al mismo tiempo. Cuando usted dice "no" a una persona o a una situación, procure que su reacción nazca de la comprensión, de una clara conciencia de lo que es correcto o no para usted en ese momento. Haga que sea un "no" no reactivo, un "no" de alta calidad, un "no" libre de toda negatividad y que así no cree más sufrimiento. 

Permítame ilustrarle cómo la entrega puede funcionar en las relaciones. Cuando usted se involucra en una discusión o en alguna situación de conflicto, quizá con una pareja o con alguien cercano a usted, empiece por observar cómo se vuelve defensivo según es atacada su posición, o sienta la fuerza de su propia agresión según ataca la posición de la otra persona. Observe su apego a sus puntos de vista y opiniones. Sienta la energía mental-emocional que hay tras su necesidad de tener la razón y de mostrar lo equivocada que está la otra persona. Esa es la energía de la mente egotista. Usted lo hace consciente al reconocerlo, al sentirlo tan plenamente como sea posible. Entonces un día, en medio de una discusión, se dará cuenta súbitamente de que tiene una opción y puede que decida abandonar su reacción, sólo para ver qué pasa. Usted se entrega. No me refiero a abandonar la reacción sólo verbalmente diciendo: "De acuerdo, usted tiene razón" con una cara que dice: "Estoy por encima de toda inconsciencia infantil". Eso es sólo desplazar la resistencia a otro terreno, con la mente egotista todavía dominando, reclamando superioridad. Estoy hablando de soltar todo el campo de energía mental-emocional que está dentro de usted luchando por el poder. El ego es astuto, así que usted debe estar muy alerta, muy presente y ser totalmente honesto consigo mismo para ver si ha abandonado verdaderamente su identificación con una posición mental y se ha liberado así de su mente. Si usted súbitamente se siente muy ligero, claro y profundamente en paz, ese es un signo inequívoco de que se ha entregado verdaderamente. Entonces observe qué ocurre a la posición mental de la otra persona cuando usted ya no la energiza con su resistencia. Cuando la identificación con las posiciones mentales deja de estorbar, comienza la verdadera comunicación. 

Lo que el ego no sabe, desde luego, es que sólo abandonando la resistencia, volviéndose "vulnerable", usted puede descubrir su verdadera invulnerabilidad. 

Todo nos remite al presente, pues sólo el presente existe. Es ahora cuando hablas del pasado. No hay pasado. Pasado y futuro no existen. Lo que llamamos pasado es un pensamiento presente. El tiempo, como el espacio, son formas del pensamiento, un estado de la mente. 

La mera intención de encontrar a alguien es ya un condicionamiento. Buscar algo significa que no estás abierto a todo lo que a cada momento viene a tu encuentro. Pero si tu actitud es inocente, receptiva al mundo, carente de reacción, puedes estar seguro de que encontrarás todo lo que necesitas encontrar. 

Acepta la mente. Déjala ser. No estés contra ella, no le hagas violencia. Simplemente, acéptala. La aceptación te mostrará que todavía deseas controlarla, que todavía quieres dar a tu vida una cierta dirección. Y así pierdes la posibilidad de vivir realmente. La vida aflora al dejarla ir. 

¿Cómo puedo aprender desde el conflicto? Sé consciente de que en cada acto de aceptación o de rechazo estás condicionado, puesto que no hay nada que aceptar o rechazar. En la escucha total, en la atención sin memoria, no hay conflicto, hay sólo constatación. En la escucha silente, lo que se dice, lo que se oye y lo que surge como respuesta y reacción, reposa en el interior de tu propio Sí mismo. Esta percepción de la totalidad es atención y en ella no hay problemas ni condicionamientos. Hay simplemente libertad. 

En un estado de rechazo o de aceptación, hay únicamente un juego con las palabras, con la memoria, con el intelecto. Pero en un estado de escucha silente no hay lugar para lo correcto o lo erróneo, ni para la compensación ni la conclusión. O se llega al conocimiento de la comprensión intuitiva o no se llega. 

Hazte consciente de los procesos de tu mente y de tu cuerpo y comenzarás a comprenderte. No hay diferencia entre comprender eso y comprender la totalidad del universo. Tu percepción se abre completamente a la realidad en su plenitud. 

Pero el auténtico pensamiento espontáneo surge sólo cuando estamos libres de deseo, de expectación y anticipación. Esto es lo que Heidegger llama «espera sin espera». Nada es buscado. Sólo hay ser, sólo escucha sin proyección de nada que deba ser escuchado. 

El pensamiento espontáneo, la acción espontánea, es estético, ético y funcional. Pero el ego interviene y dice: «Veamos si estoy de acuerdo con este pensamiento» y le superponemos una estructura, un entramado. Si observas, verás como a menudo pones en cuestión algo que ya habías comprendido espontáneamente. 

Por eso, cuando dejas de buscar la experiencia, estás abierto. La experiencia es un proceso mental. Puedes verlo cuando lo experimentado llega a su fin. La ausencia de cualquier objeto de conciencia te conduce a la conciencia misma. 

Los pensamientos, sentimientos y sensaciones son objetos de la conciencia y no tienen existencia sin el sujeto que los observa. Puesto que el que percibe nunca puede ser percibido, cuando un pensamiento o percepción apunta hacia el que percibe, te remite al silencio, al ser puro, a la conciencia sin objeto.

Podemos decir que la meditación es un momento de no-interferencia en que vemos hasta qué punto estamos apegados a la producción de sensaciones para dar al yo un asidero al que agarrarse.

Usted habla de un sentimiento de limitación como origen del deseo, ¿podría decir algo más sobre ese sentimiento de ser-limitado? Tenemos la costumbre de querer sentirnos a nosotros mismos, de localizarnos en algún lugar. Para eso creamos un cierto esquema. Nos identificamos con una sensación corporal, con un estado emocional o con una idea. Esta necesidad de localización nos mantiene en la limitación y todas nuestras acciones y reacciones son acordes con esta clase de autoprogramación. Observa cómo se desarrolla esto en tu vida diaria. La mera conciencia de este hábito, el reflejo de buscar un soporte, el localizarte en algún lugar, es ya un distanciamiento, un «retroceso» de la percepción. Podríamos decir que es un «retroceso» hacia el silencio, hacia la percepción original de la plenitud. El deseo, provocado por lo que tú llamas «ser-limitado», por la identificación con lo que no eres, surge directamente de lo que más anhelas: ser libre y armónico, no sentirte separado, ser uno con la vida. Por eso te pierdes en ese anhelo que te llevará a lo que realmente deseas: la unidad. Debes perder el soporte relativo, pero el soporte real te encontrará a ti.

Lo que generalmente llamamos nuestra «personalidad» es realmente memoria, una localización de la imagen del yo, un refugio para la preservación del ego. Cuando te identificas con la personalidad, ésta se hace estática, se cristaliza y pierde toda flexibilidad. Pero al apartarte de esta identificación, te sitúas en la conciencia inespacial y la personalidad real emerge.

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