Salgo por la mañana con la bicicleta, hace frio, el sol todavía no ha subido ni 20 grados sobre la línea del horizonte.
Enfilo con ritmo la calle asfaltada que acabará en tierra y un sonido pedestre que se funda con la suavidad del aire y un paisaje de tierra y bosques.
Alcanzo a cuatro locos de mi misma calaña que no tienen muy claro hacia dónde tirar con máquinas potentes pero pocos km en sus piernas. Les propongo enseñarles una ruta secreta y me los lleva hacia arriba.
Llegamos a un collado y nos desviamos por un sendero de no más de un metro de ancho, ratonero y bajo palio de vegetación, rápido y regirado, estamos disfrutando. Bajamos de nuevo al valle y volvemos a subir por una pista mas tendida.
Bueno aquí os dejo, tenéis dos opciones, por la derecha una senda trialera divertida y directa al lugar de partida; por la izquierda pasareis una masía y siguiendo la pista subir y subir hasta el final, placeta de la cadena. Con la vista sabréis como volver, os la recomiendo. A disfrutar y hasta otra, por ahí nos vemos.
Me doy la vuelta y me pongo las pilas, subo el ritmo y bajo el plato que la subida pica.
Al final me hecho la máquina al hombro, no es que no pueda, es que son 100 metros de escalones tallados en la montaña hasta el merendero de Sta. Creu de L’Ordola. Arriba en solitario como y bebo, al fondo veo Montserrat.
De nuevo engarzo un tramo de carretera con otro sendero boscoso, subir, cambiar marchas y esquivar raíces que la humedad hace resbaladizas como jabón de escamas lagarto.
Uno tras otro cojo senderos que se cruzan en una ruta conocida hasta culminar el cerro desde donde todo será bajada a buena marcha.
Me doy la vuelta y me pongo las pilas, subo el ritmo y bajo el plato que la subida pica.
Al final me hecho la máquina al hombro, no es que no pueda, es que son 100 metros de escalones tallados en la montaña hasta el merendero de Sta. Creu de L’Ordola. Arriba en solitario como y bebo, al fondo veo Montserrat.
De nuevo engarzo un tramo de carretera con otro sendero boscoso, subir, cambiar marchas y esquivar raíces que la humedad hace resbaladizas como jabón de escamas lagarto.
Uno tras otro cojo senderos que se cruzan en una ruta conocida hasta culminar el cerro desde donde todo será bajada a buena marcha.
Con el viento de estos días algunas ramas y algún árbol se cruzan en el camino, hay que correr y anticiparse con los sentidos alerta, allí un salto, luego derrapo giro y apretó al pedal.
Más abajo hay un corte que nunca he sobrepasado sin poner pie a tierra pero hoy estoy dispuesto a superarlo. El corazón se me acelera a medida que me acerco, se por donde atacar así que me levanto, hecho el culo hacia atrás y … ¡Si! suelto el aire de un grito contenido ¡ya es mío! Me siento feliz, tan feliz que me como una raíz y salto por encima de la bici sin control, el resultado es una fuerte rascada en la rodilla, un morado en el brazo y el dedo gorda de la mano izquierda bastante perjudico, creo que algo de tendón.
Si no hay nada roto ni nada que me impida continuar no es grave, la máquina está entera así que más feliz que un niño chico continuo adelante a por otra bajada de la muerte en el barranco del infierno como diría el hijo de mi amigo.
Los últimos kilómetros son de llaneo, siento las piernas como trabajan a cada pedalada, es algo difícil de explicar, es la propiocepción del movimiento.
Los últimos kilómetros son de llaneo, siento las piernas como trabajan a cada pedalada, es algo difícil de explicar, es la propiocepción del movimiento.
Ya solo me queda llagar a casa, tomarme una cerveza y dejar que en la ducha el agua se lleve el sudor, el cansancio, la tensión, y lo poco que quede de las preocupaciones que se fueron quedando por el camino.
¿se apunta alguien para la próxima?
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