No se como va ha transcurrir esta año recién estrenado pero a la que salga del hospital...
Con las espaldas dobladas por el peso de los problemas y el cuello agarrotado por las tensiones laborales y de las otras, el anhelo de cambiar abracé la tendencia a seguir ciertos ritos o costumbres que no se sabe bien de donde salen y que me llevaron a aceptar una importante cuota de superstición y seguir al pié de la letra esos pequeños ritos que se efectúan en cada casa con las últimas campanadas que anuncian el fin de un año y el inicio de otro habitualmente correlativo en su numeración.
Así pues me dispuse a comer las doce uvas, una por campanada de las cuales 6 verdes para los anhelos y seis moradas para las aspiraciones; al tiempo que sincronizadamente me sentaba en la silla y me paraba en cada campanada para cuidar mi matrimonio que tanto lo necesita.
Me había metido una moneda de dos euros en el calcetín del pie derecho y un billete de 100€ en el bolsillo del pantalón para atraer la prosperidad económica durante el año.
También me puse del revés unos calzoncillos rojos sobre otros amarillos y me los puse por fuera para que se vieran. Parecía un superman español.
En el recibidor de casa había dejado unas maletas viejas para darle una vuelta a la manzana y atraer viajes y aventuras y sobre ellas un haz de trigo como símbolo de abundancia.
En la copa de cava sumergí mi anillo de oro de casado y como no, casi me lo trago.El caso es que en la última campanada y subido en una silla para llamar a la prosperidad, con la boca llena de pellejos de uva, me bebí de un trago la copa de cava y el anillo. Evidentemente éste se me insertó en la campanilla. Me desmayé sobre la mesa provocando que las velas Azules- Paz, Amarillas – Abundancia, Rojas – Pasión, Verdes – Salud, Blancas – Claridad, Anaranjadas – Inteligencia incendiaran el mantel de papel, los visillos, las servilletas, el haz de paja , la maleta, la librería,...
Cuando esta mañana me he despertado lo primero que he visto es un gotero de suero y el blanco de la habitación de la unidad de quemados del Valle Hebrón.
He quemado la casa, la ropa, los muebles, la caja de dinero negro que guardaba debajo de la cama y la serie entera de un número de la lotería del niño que compré con una combinación de números cabalísticos que soñé durante los doce meses y el último día del 2008.
¿Ritos?¿ Costumbre? Para mi los días dejan de tener un nombre, los meses estaciones y los años un número mas correlativamente. Voy por libre y cada día lo vivo como si fuera una casalidad sin mas sin mas, como una incógnita a despejar en mi ecuación vital. Además, conseguí que Loterias y apuestas del estado reconociera que yo era el único beneficiario del premio con serie y lote incluido de la lotería del niño. 7.500 millones de €.
Me compré una mochila muy chula, una chanclas muy cómodas y me fuí a recorrer mundo. ¿tengo edad para eso? Me quité de ritos y ahora que ni cumplo años tengo edad para todo.
Con las espaldas dobladas por el peso de los problemas y el cuello agarrotado por las tensiones laborales y de las otras, el anhelo de cambiar abracé la tendencia a seguir ciertos ritos o costumbres que no se sabe bien de donde salen y que me llevaron a aceptar una importante cuota de superstición y seguir al pié de la letra esos pequeños ritos que se efectúan en cada casa con las últimas campanadas que anuncian el fin de un año y el inicio de otro habitualmente correlativo en su numeración.
Así pues me dispuse a comer las doce uvas, una por campanada de las cuales 6 verdes para los anhelos y seis moradas para las aspiraciones; al tiempo que sincronizadamente me sentaba en la silla y me paraba en cada campanada para cuidar mi matrimonio que tanto lo necesita.
Me había metido una moneda de dos euros en el calcetín del pie derecho y un billete de 100€ en el bolsillo del pantalón para atraer la prosperidad económica durante el año.
También me puse del revés unos calzoncillos rojos sobre otros amarillos y me los puse por fuera para que se vieran. Parecía un superman español.
En el recibidor de casa había dejado unas maletas viejas para darle una vuelta a la manzana y atraer viajes y aventuras y sobre ellas un haz de trigo como símbolo de abundancia.
En la copa de cava sumergí mi anillo de oro de casado y como no, casi me lo trago.El caso es que en la última campanada y subido en una silla para llamar a la prosperidad, con la boca llena de pellejos de uva, me bebí de un trago la copa de cava y el anillo. Evidentemente éste se me insertó en la campanilla. Me desmayé sobre la mesa provocando que las velas Azules- Paz, Amarillas – Abundancia, Rojas – Pasión, Verdes – Salud, Blancas – Claridad, Anaranjadas – Inteligencia incendiaran el mantel de papel, los visillos, las servilletas, el haz de paja , la maleta, la librería,...
Cuando esta mañana me he despertado lo primero que he visto es un gotero de suero y el blanco de la habitación de la unidad de quemados del Valle Hebrón.
He quemado la casa, la ropa, los muebles, la caja de dinero negro que guardaba debajo de la cama y la serie entera de un número de la lotería del niño que compré con una combinación de números cabalísticos que soñé durante los doce meses y el último día del 2008.
¿Ritos?¿ Costumbre? Para mi los días dejan de tener un nombre, los meses estaciones y los años un número mas correlativamente. Voy por libre y cada día lo vivo como si fuera una casalidad sin mas sin mas, como una incógnita a despejar en mi ecuación vital. Además, conseguí que Loterias y apuestas del estado reconociera que yo era el único beneficiario del premio con serie y lote incluido de la lotería del niño. 7.500 millones de €.
Me compré una mochila muy chula, una chanclas muy cómodas y me fuí a recorrer mundo. ¿tengo edad para eso? Me quité de ritos y ahora que ni cumplo años tengo edad para todo.
1 comentario:
gracias!!!..que bueno!!!..como me he reído, por Dios!! jeee!!!, buenísimooooooooooo!!!!
virginia (FLICKR)
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