10 may 2011

LAS CUATRO MANZANAS DEL PECADO


Se podría decir que nada de lo que pasa me viene de nuevo pero trabajando de chatarrero en normal.  Esta es una buena frase para comenzar un libro pero no está escrito en ninguno que yo conozca y mi vida se acerca bastante a esa sensación , la de chatarrero.
Por mucho que mi estado sexual fuera lamentable, que la maniquí del escaparate de lencería me guiñara un ojo no entraba en mis planes.
Yo salia cada día por la mañana hacia el trabajo. Andaba diez minutos atravesando 4 manzanas, siempre iguales, siempre podridas. Solo en la tercera mis pasos se ralentizaban, a la altura de la tienda de lencería mis pasos iban abriendo el ángulo de visión y mis ojos solo tenían ojos para los suyos que me seguían hasta los 90 grados.
Después volvía la vista al frente girando súbitamente la cabeza con una extraña sensación y turbadora sensación de abandono.
Aquel día en que vi su guiño, pensé que tenía que tomar te en vez de un tazón de café, hacer lago de ejercicio, rebajar el estomago, tenía que cuidar mas mi salud, la mental incluida, leer mas, libros sobre todo.
¿que estaba haciendo? ¡No me había guiñado el ojo! todo había sido efecto del estress y la tensión acumulado al levantarme y pensar que era lunes por la mañana y tenía que ir a trabajar.
¿que ruina! comenzaba la semana y ya estaba sin vida.
Al siguiente día tome una ducha fría, desayuno ligero y sano, un asco. Me encaminé mas peinado y perfumado que de costumbre por el mismo camino de las cuatro manzanas rollizas y hermosas y a la altura del escaparate mis pasos cesaron. ¿que estoy haciendo me pregunté. Poco a poco me acerqué con el rubor de un veinteañero y allí estaba ella, con su combinación de tul, su sujetador de copa, el culotte de puntilla, ligas y medias de satén. La miré mi miró, la sonreí, ella no, la tiré un beso y ella sorprendida se quedó sin habla.
Cada día que paso le dejo una flor, le he comprado un salto de cama divino y a poco que ahorre un poco mas, me la llevo a casa, para mi solo, para nadie mas.

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