22 jun 2014

EL REY UTOPICO

-Señores, el discurso ha sido aprobado.
-Huelga decir que nada ha de filtrarse, el protocolo exigirá la entrega en sobre cerrado al actual chambelán de nuevo rey. Todos los puntos claves de la actual situación han sido reflejados con la máxima pulcritud y objetividad; claro está, marcado por las líneas maestras de nuestro proyecto de estado. Relaciones sociales, política exterior, estado de las autonomías, lealtad al actual marco político, garantía y respeto a la constitución, obediencia al poder ejecutivo y legislativo, es-pa-ño-li-dad,... etc etc etc. Señores, doy por acabada la sesión.

Dos días después el futuro rey se vestía en su dormitorio. Sobre la cama, solo quedaba el reloj de pulsera y un sobre cerrado.
El primero fue a su muñeca y el segundo a un bolsillo de su traje de Capital General de todos los 3 ejércitos.

La sala del congreso había sido modificada para que diputados, senadores, ejercito y fuerzas de seguridad del estado, presidentes de autonomías, autoridades de los diversos estamentos públicos, representantes sociales del mundo de las finanzas y el empresariado, la sociedad, el deporte y la cultura cupieran en ella y fueran testigos directos de la presentación de un nuevo rey. Los medios audiovisuales propagarían el evento en directo a centenares de cadenas acreditadas  y millones de españoles y curiosos de otros países pudieran presenciar la ceremonia.
La plana mayor del gobierno esperaba con cierto nerviosismo que todo discurriera según lo previsto, que nada alterara sus expectativas.

El Rey se incorporó y el silencio (fujitsu) se hizo en el hemiciclo. Se acercó al atril de orador, apoyó sus manos en el y miro con aplomo a toda aquella gente que le observaba. Su mirada recorrió sin prisa el escenario, miró fijamente al objetivo de las cámaras que lo observaban, miró a la cara de todos los que detrás de la pantalla asistían al evento. Todos vieron la imagen de una persona que asumía con plena consciencia de su situación, cometido y poder, y vió también la mirada firme y cercana de alguien con el que de no ser quien era, fácilmente podrían empatizar y hablar de sus problemas, ilusiones, su anhelos y deseos, frustraciones, esperanzas de que algo cambiara en la sociedad de la que formaban parte.

La mirada impaciente del presidente del gobierno se poso en la mano derecha del rey, la que habría de sacar el discurso del bolsillo de su regio traje, pero fue la izquierda la que se movió y extrajo del bolsillo un breve pliego de hojas manuscritas tal y como se vio por la televisión.
Los ojos del presidente se dilataron, la mandíbula se le descolgó y el cruce de miradas con sus más allegados colaboradores no pasó inadvertida para el secretario general del partido de la oposición y algún que otro periodista.

Quién hubiera escuchado un parlamento del actual y por circunstancias mediáticas portavoz o cabeza visible del movimiento social que espontáneamente tomo las capitales dos años atrás, movimiento al que la sociedad bautizó como 15M, entendió perfectamente tras un discurso impecable en el fondo y las formas, hacia donde comprometía el nuevo rey volcar dedicación y fuerzas, palabras y actos, comprometido en sus planteamiento y visión de futuro.

Ese día, en ese país comenzaron a cambiar las cosas, nadie pudo evitar que apareciera un blog; "yo el Rey" en el que su opinión junto con la de catedráticos en ciencias políticas, economistas internacionales, políticos sin carnet y sabios, periodistas libres de influencia, moviese los cimientos de la sociedad, pusiera en alerta los movimientos del gobierno incapaz de acallar la voz del rey, un gobierno observado por una sociedad cada vez más consciente y sabedora de sus derechos, de que se generase debate en los medios, y diera fuerza y empuje a movimientos sociales más allá de siglas y planteamientos egocéntricos, dio luz y voz al pueblo con una serenidad y sabiduría que solo puede tener quien escucha, pondera y nada anhela para sí mismo, pues en si mismo todo lo tiene.

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