24 may 2016

CUANDO MEDITO

Medito cuando me siento con los ojos cerrados y respiro profundamente sintiendo como el aire entra por mi nariz y llega hasta los pulmones, medito para acallar el pensar. Cuando siento un cosquilleo en la planta de los pies, como la espalda se sitúa erguida sobre el asiento en el que estoy sin que otra sensación me lleve a otro lugar. Tan solo centrado en lo que hago de forma consciente, respirar.
Y mientras eso hago, la mente crea un flujo continuo de pensamientos que pugnan por ocupar mi mente tratando de distraerme de ese momento de quietud.
Sabiendo esto, sitúo mi consciencia fuera de mi para ver ese flujo de imágenes discontinuas futuras y pasadas, y las observo sin el valor que pretenden tener, y al mirarlas como en un cine se van cayendo vacías de un peso que solo yo les puedo dar.
En otro tiempo y sin ser consciente de esto, comenzaría a divagar con ellas estableciendo un diálogo mudo sin saber donde me quieren llevar, si adelante o hacia atrás.
Consciente de esto medito cuando me quedo quieto en el presente, ajeno a emociones y sentimientos que podrían crearse si un pensamiento se me llevara a otro lugar fuera del hecho inmediato de mi respiración y latir del corazón.
Medito cuando escucho música y sitúo la atención en la fuente de la que brotan los sonidos, sin calificar la calidad del sonido o ponerle nombre a lo que escucho. Soy tan solo un oyente del vibrar del aire que resuena a mi alrededor.
Medito cuando soy consciente de ese instante en que observo mi mente y me doy cuenta de cómo reacciono a un suceso, palabra o pensamiento; tan solo observo.
Observo ese particular hecho y sin gesto de contrariedad vuelvo a sentir la respiración ajeno al valor de lo que me sacó de presente que ocupo, en el momento presente.
Soy consciente cuando me doy cuenta de que me ido conversado con la imagen que surgió de la mente sin otro objetivo que distraer el instante de viva presencia hacia un algo sin sentido que sucedió o podría suceder. Y mientras medito, observo el discurrir de la vida que me rodea y como la mente pugna por distraerme con algo que fue o desearía que fuera y que no existe fuera del ahora en el que el aire sigue su rítmico recorrido hacia mí y fuera de mi.
Medito siendo consciente y libre de observar con amor el acontecer presente de mis palabras sobe una hoja en blanco sin pretensión de decir nada que tenga valor, dejando que surja sin filtros vergonzosos, críticos o intencionados, solo emociones sin ropa y dejarlas ahí, sin más. Buscar algo, cualquier cosa, sería darle a esto intención, crear un objeto para conseguir algo, llamar tu atención sobre mí. Entonces no sería libre pues te estaría buscando y esto dejaría de ser espontaneo, y limitaría a ese objeto un pensamiento intencionado. Y es posible que así sea, podría dejar esto escrito en un archivo o directamente eliminarlo como si nunca hubiera escrito.
Pero lo envío como podría decirlo si charláramos paseando o tomando un té. Pero así y todo esto no tiene otra intención que escribir ahora.  
Al meditar me pongo en disposición vivir de verdad puesto que solo en este momento todo ahora está sucediendo en su máxima expresión, solo ahora y no ayer o mañana puedo ser feliz, pleno, sencillamente ser lo que soy, seo lo que sea.
Ser consciente de que todo es posible mientras sin objeto observo con atención presente como la vida pasa sin que me arrastre fuera de esta respiración que me hace vivir aquí y ahora. Nada pasa ni sucede fuera de este momento; el presente no es pasado ni futuro, el pasado es memoria vista desde mi particular experiencia con todas las gafas que la vida me ha puesto deformando el presente para verlo como quiera este ser al que llamo YO. Ni es bueno ni es malo, tan solo ES si no me vanaglorio o me rebozo de su dolor.
Un yo que de ser inconsciente quisiera que las cosas fueran diferentes para evitar sufrir.
Meditando soy consciente de que el dolor es inevitable y momentáneo, pero el sufrimiento es opcional y duradero. Llegado a este lunes de enero el camino solo ha hecho que empezar, no hay prisas todo llega, y mañana, aunque parezca que es otro martes mas, será diferente si me abro a vivir y observo sin más.
Simplemente porque las cosas son como son, y eso es así.  

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