9 oct 2008

Historias de tranvía

Estaba rica de verdad, para darle las gracias... y pedirle el cambio.
Muy buena, pero muy tiesa, muyyy... pagada de si, como para petarle el caca dándole cachetes. Son cosas de mi fantasía, de la edad, de que llevo nosecuanto... No quiero dar pena pero casi.
Estoy hablando de unos 24 años, espigada, volumen pectoral, culito redondo, mona de cara y seria, muy seria, muy concentrada en lo suyo.
Yo había perdido el hilo de la lectura, le volví a mirar el culo, se me ocurrió otra cosa mas que le podría hacer y seguí leyendo a la espera del tranvía.
Llegó, frenó, abrio las puertas, subimos, me senté, ella se quedó de pié, le miré el culo, no quise ni pensar y le sonó el movil, miró quién era y torció el gesto
-¿KE? (saludo radical y tajante como un latigazo) ¿ESTAS EN EL DECATHOLN Y ME HACES SUBIR AL TRANVIA, DE QUE VAS?
Ella vivia en su mundo y su mundo abarcaba miles de Km. a la redonda y pensaba que estaba sola en el centro ese mundo y que podía gritar sin problema alguno. Pero estaba rodeada de gente que disimulando mas o menos, poco a poco bajaron las voces y solo quedo de fondo el zumbido eléctrico del tranvía y su voz sesgando palabras como una katana.
- ¡ ESTOY A PUNTO DE ENVIARLO TODO A LA MIERDA Y EN ESE PAQUETE ESTAS TU!
...
- ¿SI? ¿Y KE? ¡TU SABRAS!
...
Me olvidé de su culo y de mi libro, estaba pendiente de su boca afilada.
El tranvía llegó a la parada y para fastidio general se apeó. Todavía pudimos oír como le decía
-¡HARTA, ME TIENES HARTA D.... !
Mientras, se cerraban las puertas y el vagón echaba a andar.
Creo que en el breve silencio que siguió a su marcha, sentí pena por el que estaba al otro lado del teléfono, por muchos polvos que se llevara. Fué solo un instante, me acordé de su culo y enseguida se me pasó.



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