17 ago 2009

KAREOKE DEMENTE

A medida que la noche avanzaba el karaoke fue degenerando en una fiesta demencial.
La primera hora fue de las adolescentes que coreaban las letras de sus ídolos de plástico sobre la cubierta del Titanic a punto de chocar. Chavalines con los tejanos cagaos y calzoncillos de Calvin Kleyn miraban a estas niñas con ganas de hacerle no se sabe bien el que.
Otros clientes, como en todas las guerras, imponían su criterio abucheando a los más clásicos y correctos.
Salio la cantante de Fados con nostalgia de un amor que se fue a la selva para encontrar una esmeralda y nunca mas volvió a por ella; se le dio por perdido pero en verdad acabó sus días de juerga en juerga en Paris victima de la sífilis y con el tabique nasal destrozado.
Un maduro con tupé se atrevió con una de Chuck Berry y a mitad del tema un ataque de tos casi acaba en tragedia. En un vaivén de la cabeza provocada por el mismo ritmo, casi se saca un ojo. Se lo llevaron a recepción y nunca más se le volvió a ver.
Casi al final de la noche, un grupo de seguidores del Chelsey se atrevió con el himno del club de sus amores (y dolores) a grito pelado con una jarra de cerveza en cada mano.
En el verso mas emocionado y desde la nada mas oscura salieron volando una mesa y dos sillas que fueron a estrellarse sobre los espectadores de la primera fila, una pareja de escoceses en estado de levitación.
Al grito de WHEEEEE….. otras veinte voces con una jarra de cerveza en cada mano comenzaron a gritar en himno glorioso y doloroso de su Totemham entre mesas y sillas voladoras.
En aquel zafarrancho mas típico de las montañas de Afganistán en nuestros días una voz anulo todas las otras.
El Fari, que también acampaba en aquel lugar y por discreción se había mantenido al margen y oclulto detrás de una gafas de Armani, se arrancó con la canción del torito loco, el torito bueno.
Contagiados de alegría se cogieron todos por la cintura y haciendo el trenecito se fueron por el camino de la playa y nunca mas se les volvió a ver.
Desde entonces, en noches de luna llena y de fondo al aullido de los licántropos y los cantos de sirena, se escuchan himnos de Chelsea, del Tottenham y la voz del Fary cantando a su torito bueno.

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