29 oct 2009

HISTORIAS DE UN COMERCIAL

Cuando abrí la puerta del ascensor lo primero que me llegó fueron risas de niños y murmullos de voces solapados por el timbre de un teléfono.
Detrás del mostrador de la consulta de neurología/psiquiatría de la clínica infantil, una chica se movía entre carpetas de historias clínicas sin apenas levantar la mirada de su teclado y el moño balanceando de adelante y atrás como en una letanía, parecía de goma. Al acércame me llamó la atención un tic en su hombro.
Buenas tardes
Sidigame. -Ni me miró
Querría hablar con el responsable del gabinete de neurología por favor.
Quepasa? Hapasadoalgo?
No no – hablaba como una ametralladora, rápida y seca- Soy comercial de una empresa de equipos médicos y querría presentarle una novedad. Querría hablar con él.
Yotambién
¿Cómo dice?
Yo también querría hablar con él pero se niega, dice que lo nuestro se acabó, Que todo ha terminado, y me lo dice por un SMS el muy cabrón
Perdono pero yo…
Ahora sonaban tres timbres de teléfono alternativamente y algunos niños de la sala gimoteaban, lloriqueaban nerviosos y las madres inquietas nos miraban de soslayo.
¿Usted que? ¿que? Usted no sabe nada de las promesas rotas, de las noches en vela, de las esperas sin una llamada perdida…
Perdone, pero…
Ni peros ni peras -miraba fijamente a un punto entre mis cejas- cállese, apártese, márchese,…
Sonaban cuatro teléfonos y dos móviles. Los niños gritaban y las madres se las arreglaban como podían para que no se agredieran entre ellos.
De repente se abrió la puerta de un despacho y salió el doctor con su bata blanca, pelo engominado y catorce bolígrafos en el bolsillo del pecho.
¿Pero que es este desbarajuste Loreto? ¿Qué es lo que está sucediendo? Quien en usted? Verá doctor yo soy un comerc…
Loquepasa esque eresuncerdo, UN CERDOOOOOO, si señor y un malnacido que no tiene suficiente pelotas para decirle a su mujer que te largas conmigo – Loreto la enfermera, de pié y con el hombre convulsionado, lo señalaba con una grapadora- ni pelotas para decirme a mi que me dejas después de 11 mese y tres días de echar polvos días si y día también.
Sonaba el telefonillo de la puerta, las cuatro líneas del teléfono, tres móviles y el fax. Los niños habían entrado en fase de ebullición catapileptica y varias madres vociferaban entre ellas como verdaderas napolitanas o sicilianas, no estoy muy seguro.
Se escuchó un estampido brutal. La enfermera de repente tenía un revolver en las manos con el que apuntaba a la cabeza del doctor que inmediatamente se meo y cagó encima
LOLOLOLOreeeeeeto mujer que yo te quiero, que mi mujer…
Tu mujer? Cabróoooon… Sonó otro disparo y el doctor se llevó las manos donde antes tenía los testículos. Le pegó un tiro a cada teléfono fijo y móvil, le pegó un tiro al telefonillo de la escalera, otro al fax y después se pegó un tiro en la cabeza con la suerte o desgracia de que le salió alto y le atravesó el moño que con el fogonazo se le incendió. Loretó salió corriendo escaleras abajo dando alaridos en la noche dejando tras de si una estela de pelo iluminado.
Entré en el bar de la esquina y me pedí una tila con manzanilla y coñac al tiempo que pensaba ¿y ahora como le explico esto a mi jefe?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si me hubiera pasado eso, me estaria preguntando por qué tengo tan mala suerte que hasta un telefono se lleva un balazo que yo necesito mas que el

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