
Esta historia no la he escrito yo y no solo lo digo yó si no que lo dice mi amiga Bubela que gentilmente me la ha prestado con foto incluida.
De Bubela se que tiene una cámara en uno de sus ojos, que crea, que expone, que tiene un gran corazón.
Me gusto este relato, se lo pedí y aquí está; comienza así.
" Esta foto no la hice yo, así que necesita un cuento (verdadero):
Hace unos días un amigo me habló de un local delicioso de Madrid que no se ve, no se anuncia, y sin embargo está lleno de gente. Un bar en un ático del centro.
Este amigo es músico y vive en Santiago de Compostela.
Le dije: Mañana he quedado con otro amigo. Iremos a conocer ese local que me dices.
Y él me dijo: Muy cerquita hay un hostal. Ahí me alojé el primer día que llegué a Madrid de joven aventurero, un día de San Juan de hace muchos años. Ahí pase una temporada estupenda, ahí me pasaron cosas muy buenas, ahí me hice amigo de una familia de cucarachas, ahí... Si aún existe, hazle una foto para mí.
Buscamos el hostal, casi tan oculto como el local que me había recomendado. No había nada que fotografiar desde fuera. Subimos por si en el interior había más suerte, pero tampoco.
Ya salíamos dando por perdida la misión, cuando un cliente que bajó la escalera nos adelantó. Vi pasar a mi lado un acordeón, ¡música!
Mi amigo siempre lleva su cámara a punto. De hecho no tiene mano derecha, tiene una cámara al final del brazo. ¡Dispara!, le pedí.
Mi amigo, el de la mano mecánica, me acaba de mandar la foto que hizo para mi otro amigo, el músico (que también tiene manos mecánicas, aunque en su caso unas veces son cámara y otras veces baquetas)."
Cuando lo leí me pregunté por las casualidades y causalidades, por que saldría un músico en el momento es que mi amiga y su amigo también salía de ese particular y por otro lado anónimo portal donde un músico pasó parte de su juventud. Es curiosa la vida como teje invisibles hilos de aquí para allá que nos atrapan sin aparente relación.
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