Según las leyes de la evolución todo empieza con el conocimiento (información veraz). Luego viene la comprensión (experiencia personal). Solo así es posible aceptar (dejar de reaccionar negativamente ante lo que sucede ) para poder finalmente amar (dar lo mejor de nosotros en cada momento. Por el camino hemos de vencer a nuestro mayor enemigo: nosotros mismos (nuestro mecanismo de supervivencia emocional, más conocido como ego). Para lograrlo es necesario ser sinceros (no autoengañarnos), humildes (reconocer nuestros errores), valientes (atrevernos a enmendarlos) y perseverantes (comprometernos con nuestro proceso de aprendizaje).
El miedo (a que os hagan daño) , el apego (a perder lo que tenemos) y la ira (de no conseguir lo que deseamos) nos esperan la vuelve la esquina. Un poco más lejos se esconde nuestra ignorancia (el descubrimiento de nuestra verdadera naturaleza), la causa última de nuestro egoísmo (tendencia antinatural que corrompe la actitud de los seres humanos), que es precisamente el que nos impide amar, que es nuestra esencia.
Igual que no tenemos que hacer nada para ver, no tenemos que hacer nada para amar.
Tanto la vista como el amor son atributos naturales e inherentes al la condición humana. Nuestro esfuerzo consciente ha de centrarse en eliminar todas las obstrucciones que nublan y distorsionan nuestra manera de pensar, sentir y ser, como el estrés, la negatividad, el victimismo, el odio, la desconfianza, la vanidad, la envidia, la arrogancia, la preocupación, la intolerancia, la cobardía, la avaricia, la indolencia, el orgullo, la impaciencia, la culpa, la tristeza,...
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