De vuelta a su cobijo cierra la puerta tras de si, se desprende de la gabardina y escucha la noche. El segundero de un reloj, el motor del frigorífico y una música que llega de detrás de la pared. Reconoce a Norah Jones invitándole a bailar.
Se balancea sobre sus pies mientras busca la cajetilla de Lucky Strike en su pantalón.
De camino al balcón un vaso grueso cristal con dos dedos de bourbon ocupa su mano libre.
Las luces de la ciudad tintinean en las calles donde la vida nocturna no cesa en su afán de no morir.
Adivina sin espejo los surcos de un tiempo futuro que se forman en su frente.
Nada es lo que fue, ni quien fue lo es. Le queda la certeza de haber vivido un tiempo que pasó, y pequeños sorbos de fuerte sabor, estimulantes sabores de realidad que como el humo del cigarrillo subirán al cielo estrellado antes de desaparecer.
La noche eterna ira interrumpiéndo con flashes de luz el tiempo justo de ver que todo sigue allí, sin prisa y sin pausa.
Mañana será otro día, piensa en todo eso, ausente y frío como el hielo que se disuelve en su vaso con el licor destilado que a sorbos bebe para olvidar.
Norah deja de cantar mientras para él el tiempo no ha hecho mas que empezar.
good night and good lucky
No hay comentarios:
Publicar un comentario