Entré en la sauna, estaba solo. Me estiré en la bancada sintiendo el calor del ambiente, el silencio de la habitación. Cerré los ojos y llegaste a mi imaginación. Te había enviado un whatsapp preguntando si estabas en casa, si estoy en casa, ¿estás sola? si, ¿porque?, porque voy a venir, voy a hacerte gemir como no imaginas,¿...y que vas hacer para que gima?, atarte a la cama con pañuelos largos a los barrotes, desnuda, desnudo yo,¿y que piensas hacerme?, dejar caer gotas de aceite de frutas sobre tu cuerpo y llenar mi boca de tu sabor...
Notaba como mi sexo crecía en el calor de la sauna, yo inmóvil y en mi imaginación desbocada te acariciaba tus pechos, tus hombros, tus labios...
Con una mano acariciaba tu sexo y con los dedos de la otra pellizcaba delicadamente los pezones mientras escuchaba los gemidos que recorrían tu cuerpo como descargas eléctricas de creciente intensidad. Con tus labios aceitosos comí la fruta de tu lengua recorriéndola en pugna con tu lengua entre labios encías, dejando que tus labios sorbieran la mía como un helado ardiente y vivo. Mientras, mis dedos pulsaban el botón de tu locura, buscando el punto exacto de máximo placer, sintiendo tu pecho subir y bajar, arqueándose al ritmo de mis caricias y tus manos atadas tensando las ligaduras de los barrotes, transmitiendo la emoción a la habitación.
Sordos gemidos hacían bailar el humo de una barrita de incienso perfumando el aire de sexo y deseo. Sin dejar un momento mis manos quietas bajé mi cara hacia tu secreto y lamí la humedad que de ella brotaba. Te besé donde tu gusta atento a tus reacciones, rítmicamente mi lengua se introducía en él mientras tu boca buscaba mi miembro hinchado y rojizo. Con golosa avidez lo rodeabas con los labios resiguiendo con la lengua los bordes y el tallo, llenandote de él en su longitud.
Poco a poco el ritmo se hizo agitado y la intensidad crecía sin cesar. Sintiendo el momento de tu locura me situé frente a ti y observándote tremolosa abrí tus piernas separando las rodillas e introduje mi sexo en el tuyo hasta mezclar mi bello con el tuyo, dentro y fuera, dentro y fuera, una y otra vez, llenando el aire de gemidos pidiendo mas... , mas... , no pares... no..., mirándonos con la mirada desbocada, acelerando el movimientos de las caderas, sintiendo como subía el ardor, peleando con las ligaduras hasta dejar salir el grave gemido de abandono y éxtasis, el agónico grito de un orgasmo de apasionada locura, el tuyo sobre el mio y mio de gruñido animal.
Y luego el derrumbe de nuestros cuerpos respirando agotados, sintiendo los últimos calambrazos, los latigazos finales ajenos a la voluntad, los de dos cuerpos que no obedecen a ninguna otra voluntad que la de querer mas y dejarse ir.
Solo en la sauna, excitado con mi imaginación, pensando en que cuando saliera te llamaría y te preguntaría si estarías sola en casa para venir a hacerte gritar...
Me duché, me vestí y te escribí , estabas en el Mercadona y luego tu ibas a cenar. Es lo que tiene los sueños, que sueños son, y unas veces se cumplen y otras no.
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